Alcancía de Bambu: La acción más pequeña es el mejor acto de bondad

El poder de la intención pura es infinito. La Fundación Budista Tzu Chi comenzó recaudando donaciones en monedas de centavos.

Existe un proverbio que dice: “todo lo bueno o malo es creado por nuestro pensamiento”.  En el budismo, la importancia del pensamiento y nuestra intención son fundamental, constituyendo la base de la Fundación Budista Tzu Chi guiada por la grandiosa visión de la Maestra del Dharma Cheng Yen.

En 1966, la Maestra Cheng Yen, y sus discípulos vivían en Hualien, una pequeña ciudad ubicada en la costa este de Taiwán. Ahí, en esa época, se ganaban la vida cosiendo zapatos, tejiendo suéteres y haciendo otros artículos para la venta. Pero en su corazón, la Maestra Cheng Yen anhelaba prestar un mayor servicio a los demás, y la difícil situación de una mujer al sufrir complicaciones durante su parto sería el momento que la impulsó a cumplir ese deseo.

Acompañada por su familia una mujer en trabajo de parto viajo algunos kilómetros desde su remota aldea hacia el hospital. Sin ser admitida por no tener suficiente dinero para  pagar el depósito de admisión. Ese mismo día, la Maestra Cheng Yen, se encontraba visitando a un paciente. Ella vio un charco de sangre que había quedado allí después que la mujer fue retirada del lugar  por sus familiares. Estaba descorazonada con lo sucedido.

Pero, ¿qué podría hacer una humilde monja para ayudar? De repente, comenzó hacer cálculos matemáticos. Sí ella, las tres monjas, y dos de sus seguidoras laicos que vivían con ella, confeccionaban, y vendían un par de zapatos adicional al día. También contaba con las treinta amas de casa que escuchaban sus enseñanzas, le donaban  cincuenta centavos taiwaneses (equivalente a dos centavos EE.UU.) diariamente de sus gastos de mercado. En total, podrían recaudar en un año la cantidad necesaria para ayudar a personas como aquella mujer Todo se puede lograr con el esfuerzo conjunto, había esperanza.

Alcancías especiales de bambú se confeccionaron rápidamente, y las amas de casa ahorraban diariamente unos centavos de sus gastos de mercado diario. Algunas amas de casa preguntaron si podían donar una vez al mes el equivalente diario. La Maestra se negó porque, el despertar la bondad en el corazón diariamente es de igual importancia a la cantidad de dinero donado:  

Antes de salir de la casa, usted ha hecho un compromiso  en ayudar a otras personas. Ahorrar cincuenta centavos diariamente estamos adoptando un corazón ahorrativo, y amoroso. Cuando estos sentimientos se depositan en la alcancía  de bambú, el efecto es inmenso.

Cuando las treinta amas de casa iban de compra, ahorrando diariamente, también le contaban a la gente sobre lo que estaban haciendo. Al poco tiempo, se corrió la voz sobre la inspiradora misión de la Maestra Cheng Yen. Tanto así, que otros se animaron a donar.

La Fundación Budista Tzu Chi, o simplemente Tzu Chi como muchos lo conocen, se estableció el 14 de mayo 1966, solo tres meses después de aquel incidente en el hospital. Y como dice el proverbio, “Pequeñas gotas de agua forman un océano poderoso”. Así fue como Tzu Chi recaudó suficiente dinero para construir un hospital completo que ofrece atención médica gratuita en Hualien. Eso fue solo el comienzo.  

Dado el alcance de su trabajo humanitario en la actualidad, la historia de la humilde “alcancía de bambú” Tzu Chi demuestra que ninguna buena acción es demasiado pequeña, cuando se hace con amor y sinceras intenciones.  De hecho, demuestra que aquella acción puede hasta crear una onda infinita de bien en el mundo. Las enseñanzas de la gran maestra revelan cómo, en la vida, no podemos ignorar ningún acto de caridad porque cada uno contribuye a la fuerza de la compasión en el mundo.

Hasta el día de hoy, Tzu Chi utiliza las Alcancías de Bambú. A medida que recaudan donaciones de caridad en nombre de quienes lo necesitan, también despierta el amor y el cariño por los demás. Rico o pobre, sin importar la circunstancia, siempre podemos descubrir aspectos de nuestras vidas por el cual podemos agradecer si examinamos la situación de cerca. Es esta gratitud, que puede surgir la empatía por los demás.

Esta es una las aspiraciones más profundas de la Maestra Cheng Yen: alentar a que “todos hagan continuamente buenas obras, purificando sus corazones”. De hecho, la felicidad que sentimos al realizar buenas obras es inmensa.

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